jueves, 31 de octubre de 2013

Suya, Cuerpo y Alma porEncarni Arcoya

SUYA EN CUERPO Y ALMA, CONCURSO DE RELATOS BUKUSONLINE #BUKUSCE
Relato continuación de la novela Suya en cuerpo y alma Escena al final del primer libro, cuando ella cae rendida en la cama después del encuentro y sexo con Charles.


        Emma suspiró removiéndose en la cama mientras se dejaba llevar por esa placentera sensación que tenía en esos momentos creciendo entre sus piernas. Sus caderas se movían con vida propia mientras unos gemidos se escapaban de sus labios, clara evidencia de lo que sentía.
        Abrió la boca cuando una exclamación la obligó a ello cogiendo aire. ¿Qué le pasaba, ¿porqué estaba en tal estado de excitación cuando, no hacía mucho, acababa de vivir una escena increíble con el Señor de la casa, Charles?
        Trató de abrir los ojos luchando contra el sueño y la pesadez que los mantenía cerrados y movió sus manos para alcanzar algo pero, cuando éstas rozaron algo suave y espeso, se saltó un latido, una respiración, incorporándose un poco. Junto a ella, o mejor dicho, entre sus piernas, con su rostro enterrado en su feminidad, Charles parecía estar degustándola. Cruzó una mirada con él quien frunció el ceño empujándola con su brazo para que volviera a tumbarse mientras la mordía en el clítoris, no con demasiada presión, pero sí la suficiente para que siseara ante la opresión del mismo.
        Notó la mano de él haciendo camino por su cuerpo hasta llegar al pecho izquierdo donde, con las yemas de los dedos, fue acariciándola al tiempo que la lengua se afanaba por beber los jugos que habían empezado a aflorar de su interior.
        Emma no pudo más que echar la cabeza hacia atrás arrugando las sábanas con sus manos dejando que él se encargara de darle placer, de sus caderas elevarse sobre el colchón para que la lengua de Charles pudiera penetrarla con más profundidad y rozarla allá donde todavía no lo había hecho, si seguía así, pronto acabaría teniendo un orgasmo que la dejaría inerte ante semejante habilidad oral.
        Los dedos de Charles cogieron el pezón de ella y apretaron empujando hacia arriba para que Emma tuviera que arquear la espalda siguiendo el movimiento que él hacía lo cual la dejaba más indefensa para su propio placer.
        Supo cuándo Charles había abandonado su coño en el momento en que el aire fresco la rozó haciendo que todo su cuerpo se estremeciera por el deseo que había provocado él en unos simples minutos. Fue trepando hacia arriba dejando varios besos por el camino, en su ombligo, en el centro de sus pechos, en el cuello y, finalmente, en sus propios labios, algo que había ansiado desde el momento en que habían mantenido relaciones en el ascensor.
        Su beso... Podía haber pensado en él e imaginado mil y una situaciones y posibilidades diferentes pero jamás se le hubiera ocurrido que sería así. Un beso cálido con su propio sabor, pues todavía tenía restos de sus jugos en ella, mezclándose en ese momento con sus bocas, con esa lengua juguetona que ahora la incitaba para que saliera de su cueva a jugar con un lobo feroz. No había habido preámbulos ni comenzado suavemente, algo que acababa de aprender.
        Charles era un hombre que tomaba las cosas que quería cuando quería. Y en ese momento parecía devorarla, sus cuerpos pegados el uno al otro, las manos entrelazadas levantándoselas a Emma por encima de la cabeza, quemándose al unísono.
        Sujetada por una sola mano de él, la otra comenzó a vagar presionando más aún su cuerpo y dejándola percibir la dureza con que su pene se erguía sobre su vientre y estaba listo para la acción. Podía darse cuenta del calor que emanaba y la humedad que se filtraba. Su mano prosiguió hasta llegar a las caderas y, de ahí, la instó a abrir más su piernas forzándola con sus pies a mantener esa postura abierta mientras se ayudaba para llevar la punta de su pene a la entrada de su vagina. Levantó la mirada para conectar los ojos cuando embistió con fuerza provocando que ella gritara y echara la cabeza hacia atrás.
   – Mírame... - Susurró deteniéndose de golpe, todos los nervios a flor de piel, su vagina palpitando en el interior notando el pene erecto. - Pararé cuando no lo hagas.
        Como si de una advertencia se tratara, Emma sabía que era capaz de hacer eso, como ya había ocurrido en el ascensor. Volvió a mirarlo cuando empezó a empujar de nuevo. Salir y entrar; entrar y salir. Enlazados por abajo y por arriba, sin apartar la mirada ninguno de los dos mientras la presión entre sus piernas era mayor, más cálida, ardiente, pasional. Iba cambiando el ritmo, la forma de penetrarla, conduciéndola sin remedio a un remolino de orgasmos que amenazaba con engullirlos a los dos.
        De vez en cuando Emma no podía evitar cerrar los ojos, abriéndolos con rapidez al notar que él bajaba la intensidad, pendiente de su rostro, seductor y enigmático al mismo tiempo, con una sonrisa en sus labios que hubiera querido borrarle a besos. Unos besos que pronto se hicieron realidad cuando se inclinó sobre ella, aumentando el ritmo, para tragarse el grito con el que ella lo deleitó en el momento en que apretó con fuerza su miembro y se dejó llevar por su orgasmo, pronto seguido por el de él.
        Su respiración entrecortada apenas le dejaba ser consciente de nada más. Solo sabía que su cuerpo había explotado en un delicioso clímax dejándola sumida en la ensoñación. Parpadeó varias veces para ver a través de la oscuridad que se cernía en su habitación. Palpó con las manos su cama en busca de la otra persona pero no había nadie. Vacío. Solitario.
        Se incorporó de golpe notando en su cuerpo los espasmos de un orgasmo pero, también, que tenía la ropa puesta. ¿Acaso lo que acababa de vivir había sido un sueño?
        El ruido cerca de su puerta la alertó y vio la sombra de alguien alejándose de su puerta... ¿O tal vez no?


Si quieres leer más sobre está obra: Suya, cuerpo y alma - Volumen 1
Este relato ha sido escrito por Encarni Arcoya
Síguela en su web: encarniarcoya.com

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